El
final de “Don Juan Tenorio” está plagado por una abundancia excesiva de
contenidos absurdos y a la vez divinos. Sobrepasa las características que
definen al romanticismo. En torno a esta obra han surgido diversas polémicas y
ha sido fuente de inspiración para un gran número de parodias (El capitán
Montoya). Don Juan Tenorio tiene dos partes, la primera se divide, a su vez, en
cuatro actos, y la segunda en tres. El autor sitúa la acción en Sevilla, hacia
1545. Los cuatro primeros actos pasan en una sola noche, los tres restantes
cinco años después y en otra noche.
Para
poder centrarnos en la interpretación del desenlace y la singularidad de Don
Juan Tenorio como drama romántico, recojamos qué ocurre durante las últimas
páginas. La primera escena de la segunda parte transcurre cinco años después en
el cementerio, donde el padre de Don Juan ha erigido estatuas de las víctimas
de su hijo. Aparece la sombra de Doña Inés, que le explica a Don Juan que solo
cuando él muera, podrá saber si ella obtiene la salvación eterna. Don Juan
desafía a todos los muertos y los invita a cenar. En el segundo acto, Don Juan
está cenando con sus camaradas, aparece el Comendador, que acepta su
invitación. Le anuncia que al día siguiente morirá, lo que confirma la sombra
de Doña Inés. El tercer acto se desarrolla de nuevo en el cementerio, donde Don
Juan contempla su propio entierro. Finalmente, se arrepiente, y logra la
salvación junto a Doña Inés.
Zorrilla
introduce en la obra dos elementos fundamentales, que lo alejan de la tradición
y destaca por su singularidad antes nunca vista: el amor de Doña Inés, y la
conversión de Don Juan. Del mismo modo observamos cómo, en el drama de
Zorrilla, el poder se establece mediante las fuerzas sobrenaturales que se
encargan de acabar con los atropellos de Don Juan. Así, el poder del monarca
pasa a un segundo plano, frente a la presencia de espíritus y fantasmas. En el
drama de Zorrilla, el orden, la ley, no viene de un poder divino ni civil, sino
que sobreviene de una decisión propia que nace en el interior del individuo, de
una batalla que se libra en su conciencia.
Quizás
puedan establecerse algunas similitudes con “El Burlador de Sevilla” de Tirso
de Molina, sin embargo, Zorrilla introduce tantas modificaciones que le da la
vuelta a su significado. El donjuán de Tirso es un personaje con unas raíces
sociales muy fuertes, y fue castigado por una sociedad en fase de
desintegración moral. Creó un personaje cínico, incapaz de amar, rodeado de
mujeres corrompidas y egoístas, que eran una copia exacta del burlador. En
cambio, Zorrilla le da una oportunidad a su personaje para que reflexione y se
arrepienta, mediante la presencia de una mujer casta y pura, como es Doña Inés.
De esta manera, el tema del Tenorio es el proceso espiritual de un hombre desde
una vida entregada al vicio hasta su salvación, lograda por el amor a una
mujer, y esto es lo que hace fundamentalmente que esta obra, al contrario que
otras muchas, no sea plenamente romántica.
En
definitiva, la obra contenía elementos para ser un triunfo en su momento:
personajes opuestos, mundo de ultratumba, triunfo de lo religioso con la
salvación del protagonista.
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